La Industria 4.0 seguirá tomando su impulso en 2024 donde la convergencia de factores económicos (desglobalización, problemas en la cadena de suministro, inestabilidades geopolíticas y una inflación subyacente que no acaba de aplacarse completamente), harán que la mejora de la competitividad en el ámbito industrial deba ser una prioridad para mantener la estabilidad económica en nuestro país.
En un entorno marcado por la inestabilidad a todos los niveles (económica, política y social), una apuesta decidida por la Industria 4.0 supone una inversión segura hacia el futuro dónde fabricar productos internamente sin dependencias de suministros clave procedentes de otras regiones del mundo será garantía de estabilidad y prosperidad. En reforzar esta línea de acción estratégica se dirige el plan Digitising European Industry, conocida en nuestro país bajo la iniciativa Industria Conectada 4.0.
La Industria 4.0 es el siguiente estadio de desarrollo en la actividad industrial y que viene de la mano del salto tecnológico acaecido desde principios de este siglo, a través de tecnologías como la robótica, la inteligencia artificial, nanotecnología, biotecnología, la fabricación aditiva y un largo etcétera.
La tendencia natural dentro la Industria 4.0 es hacia la convergencia total de diferentes tipos de agentes (entidades biológicas, físicas y digitales que se integrarán completamente) generando nuevos sistemas de producción basados en el intercambio de datos e información, con la promesa de obtener un sistema productivo más adaptable, sostenible e inteligente en la fabricación de bienes de capital y de consumo.
Existen seis principios de diseño que guían el proceso de desarrollo de este nuevo paradigma tecnoeconómico dentro de los diferentes actores que conforman la Industria 4.0:
La industria española representa actualmente (el último dato es de 2021) un 15,3% respecto al PIB total, moviéndose en la última década en la franja entre el 14% y el 16%. La Comisión Europea decidió en 2020 fijar el objetivo de situarlo en el 20% del PIB, pero en España desde el año 1997 (fue la primera vez que cayó por debajo del 20%) seguimos en una clara tendencia a la baja. Siendo a todas luces un deterioro paulatino del motor industrial en nuestro país, aún cuando emplea a mas de 2M de personas de forma directa, elevándose a 7M de forma indirecta y con una facturación de 600.000M (siendo la cuarta potencia industrial dentro de la zona EU). Actualmente la inversión en I+D ha dado un salto al 1,44% en 2022, pero aún por debajo de economías similares como Alemania (3,13%), Francia (2,22%) o Países Bajos (2,27%).
El nivel de digitalización en España en la industria es de tipo medio-bajo, según el informe de EAE en 2022 el 68% de las empresas industriales españolas tienen aún pendiente su digitalización, aunque esta cifra puede haberse mejorado ligeramente, por ejemplo encontramos en el informe de la consultora NTT Data en 2023, en la que 3 de cada 4 empresas consideran que han mejorado su nivel de digitalización. No cabe duda que siguen existiendo barreras importantes que impiden un mayor grado de evolución y profundización en la transformación industrial que vamos a ir desgranando a continuación.
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